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jueves, 13 de junio de 2013

NADIE ES NADIE POR CASUALIDAD

Trozos de pensamiento que caen uno a uno como lágrimas en un pañuelo. Como lágrimas que nunca derramaste por temor a perder el tiempo entre vivencias. Por perderlo en un lugar inalcanzable al que ni los más atrevidos puedan llegar jamás.
El tiempo encalla en el fondo del este mar que te traga poco a poco y no sabes cómo salir, ni si esta vez hallarás alguien que te lance un salvavidas, o te de un beso con oxígeno que te provea de esos preciados segundos de reflexión. A nadie le dio nunca tanto miedo estar a solas con su conciencia, ni lo necesitó tanto, ni significaría nunca una vía de escape tanto como para ti.
Incluso a veces, con la cabeza enterrada entre los brazos, y el miedo a la autocompasión tan latente, no puedes evitar ese punto de dramatismo del que tanto te empeñas en huir. Nadie escapa de lo que es, nadie se esconde de sus rasgos más odiosos. Nadie es nadie por casualidad.

Hasta las más firmes creencias pueden resquebrajarse por un momento de duda, y como en una mina, aprovechando esas grietas, se puede extraer la piedra más bella.