Lo intento y no lo consigo. Me da pena, ¡pero es que no me sale!. Vale, ¿y que hago? ¿me obligo a soltarlas como quién abre un grifo?. Pues no señor, si no sale, no sale, por algo será. Igual quieren salir todas en el último momento, o igual no quieren salir. Puede que ni siquiera estén ahí.
Pero si deben estar ahí, y yo quiero que lo estén, pero sin embargo no están, ¿que pasa? ¿es que ya no puedo ni controlar mis propias lágrimas? Por no controlar no controlo ni mis pensamientos, que se me agitan de tal manera que me levantan dolor de cabeza. Al menos eso lo puedo arreglar con una aspirina. Si quiero me la tomo y al cabo del rato se esfuma.
Justo lo contrario de lo que ha pasado con mis lágrimas. No están y yo quiero que estén, pero no se como ponerlas ahí. ¿Hay acaso una aspirina para las lágrimas ausentes?
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